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Artículo: ’25 AÑOS DEL ASESINATO SALVAJE DE UN MISIONERO ESPAÑOL EN COLOMBIA’ | Colegio Profesional de Politólogos y Sociólogos de la Comunidad de Madrid
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Artículo: ’25 AÑOS DEL ASESINATO SALVAJE DE UN MISIONERO ESPAÑOL EN COLOMBIA’

El colegiado Tomás Calvo Buezas, catedrático emérito de la UCM; ha publicado el siguiente artículo en la Revista «La hora de mañana»  IN MEMORIAM del querido Javier Ciriaco Cirujano.

Para acceder al artículo en la web, pinchar aquí.

El 29 de mayo se cumplen 25 años del secuestro por parte de la guerrilla del sacerdote español Javier Ciriaco Cirujano Arjona ( nacido el 7 noviembre 1927 en Jaraíz de la Vera, Extremadura ), apareciendo su cadáver un mes y medio más tarde torturado, apaleado, castrado, con machetazos por todo el cuerpo. El 24 de julio de 1993 fue enterrado en Jaraíz, donde descansan sus restos.

¿Porqué 25 años más tarde se quiere rememorar su cruel asesinato y servir de signo cristiano de reconciliación en el proceso de Paz de nuestra querida Colombia? ¿Y por qué esa Memoria viene significada como martirio por la comunidad cristiana de la Arquidiócesis de Cartagena de Indias y particularmente en la zona de los Montes de María donde vivió 30 años y murió vilmente asesinado?

La Paz se ha firmado afortunadamente en Colombia…pero firmar la paz no es construir-vivir-hacer las paces. Si fueron muchos años de salvajes crímenes, odios tribales de unos y otros, se necesitan también no años, sino muchas décadas en construir la “paz”. ¿y cómo? Pasito a pasito y granito de arena a granito de arena. Y esta labor de concienciación y educación en la paz debe comenzar en el corazón de las personas, que es donde se originan los odios y las guerras, y por lo tanto en “done firmarse la paz”. También en esa pedagogía colectiva deben comprometer todas las instituciones políticas, educativas, religiosas, medidos de comunicación, universidades, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, partidos, artistas…

Y en esta tarea de reconciliación y paz, tiene un papel crucial la Iglesia católica, y en esta caso la Comunicad cristiana de Cartagena de Indias y de los Montes de María, donde sirvió de agente de desarrollo y paz el Padre Javier Ciriaco Cirujano, donde dio su vida, un extremeño “conquistado” por las buenas gentes colombianas, y ahora quiere de devolver “perdón-reconciliación-paz” ,como buen discípulo de Jesús, crucificado, pero perdonando, para difundir el Reino de Justica y de Paz.

Iniciando su causa como mártir de la paz

Así lo relata con sus propias palabras, un documento del Vicario de la Arquidiócesis de Cartagena de Indias (17 mayo 2018) en relación a su conmemoración especi, al desear iniciar su Causa como “mártir» de la Paz:

“El próximo 29 de mayo se cumplen 25 años del martiriodel padre Javier Ciriaco Cirujano Arjona… , párroco en San Jacinto por más de 30 años y donde ciertamente realizó, con alegría, una siembra que pasó por la ofrenda de su vida y que no ha terminado en fracaso…En nuestra Iglesia de Cartagena de Indias el señor Arzobispado ya ha manifestado el deseo de abrir su causa… Que las Iglesias de Plasencia y Cartagena honremos la memoria de un mártir en común. Estos 25 años de memoria y esperanza nos han dejado una lección: La actitud cristiana del perdón no consiste en trivializar la historia y olvidar ingenuamente las injusticias pasadas. Al contrario, el que perdona recuerda todo el horror del pasado, pero lo hace para adoptar una postura innovadora y creadora hacia el futuro, y Colombia hoy lo necesita más que nunca…el padre Javier Ciriaco Cirujano Arjona ha sido una voz primera, y una voz última donde Dios nos ha hablado. Primera, porque dio vida a la comunidad de San Jacinto y a todos los Montes de María y última porque dio su vida. Dando vida nos reveló el Dios en quien creyó: el Dios Padre dador de vida, sabiendo enfrentar las fuerzas de la muerte, muerte negadora de identidad y memoria.”

Su vida en colombia: contructor de templos, colegios , obras sociales y culturales

“Desde su llegada hasta su muerte su tarea evangelizadora fue ardua y pretenciosa. A lo largo de sus treinta años como Párroco, celebró 12.752 matrimonios y 15.640 bautizos. El primer bautizado fue Pablo Emiro Ortega Guzmán y la última la niña Jacqueline Navarro Navarro, el 29 de Mayo de 1993 en Las Lajitas donde ofrendó su vida”, relata el Vicario de Cartagena Padre Rafael Castillo Torres, en su escrito “Padre Cirujano: Memoria de un Misionero…Testimonio de un Mártir”

Construyó un gran templo en San Jacinto y cinco capillas en corregimientos rurales, Escuelas de Enseñanza Primaria y Secundaria, participó en los procesos de paz, siendo mediador entre las partes en lucha e interlocutor en algún caso de secuestro. Nada de eso impidió a un grupo autónomo guerilleare, disgregado del ELC, llevara a cabo su secuestro al salir al campo, siendo asesinado y arrojado su cuerpo en un sitio recóndito.

Su muerte en 1993:. crueldad salvaje

El Padre Cirujano llegó a Colombia en 1964 y ejerció en San Jacinto, Departamento de Bolívar, por varias décadas. Conocía a todos en el pueblo, la mayoría de las generaciones jóvenes habían sido sus alumnos y aunque ya estaba pensando en venirse a sus 68 años a retirarse a España, se marchó un 29 de mayo de 1993, a dar la Primera Comunión a un caserío, Las Lajitas, a pesar de los consejos de algunos feligreses, que le advirtieron que por allí andaba la guerrilla. Después de realizar el Ministerio Pastoral en Las Lajas, regresó a caballo acompañado de dos profesores de la Escuela y un Señor de la vereda. En el punto denominado “Loma Colorada”, a eso de las 4:00 p.m. apareció un grupo de 10 hombres encapuchados que lo retuvieron. La única explicación que dieron fue: “Debemos hablar con el padre de asuntos Socio-políticos”. Y les pidieron que regresaran a Las Lajas y que por ningún motivo regresaran hacia San Jacinto. Fue lo último que se supo del Padre. Ese mismo día lo asesinaron.

El cinco de septiembre del año 1988 escribió a su hermana Pilar

: “Si vierais la soledad de mi vida, es algo horrible y sobretodo saber que uno debe ser la respuesta para todo y para los interrogantes de uno nadie…Antes me horrorizaba cuando veía en la televisión situaciones como ésta que estamos viviendo nosotros, hoy me he vuelto insensible como mecanismo de defensa pero allá dentro lo vivo con toda intensidad…”

El 4 de mayo 1993 , en su último escrito a sus familiares afirmó:

“Estoy deseoso de ir para disfrutar un tramo de la existencia porque esto no es vida, es la sala de espera a un ajusticiamiento o un infierno en soledad, ni exagero, ni soy hipocondríaco. Un abrazo: Javier”

A mediados de julio apareció su cadáver, torturado, apaleado, castrado, con machetazos por todo el cuerpo y fue enterrado en Jaraiz de la Vera el 24 de julio de 1993.

En los xxv años de su salvaje los sentimientos de un amigo y compañero, expresado en 2003, y la Memoria actual de la Comunidad ristina colombiana de Cartgagena de Indias, en donde trabajó y entregó su vida:

“Ansiamos, querido Javier Ciriaco, que tu sangre y la de tantos inocentes, asesinados por guerrilleros, militares y paramilitares, sea fecunda semilla de justicia y concordia humana. ¡Ha llegado la hora convertir las armas en azadones de labranza para los sufridos campesinos y lograr los acuerdos de paz en la preclara Colombia!

(Tomás Calvo Buezas “XX Aniversario del asesinato del cura extremeño Ciriaco”, en el Periódico de Extremadura, 24 julio 2013)

Cuando la Iglesia es capaz de poner los rostros de sus mártires, entonces hace memoria; cuando las comunidades son capaces, una y otra vez, de celebrar la fiesta de la vida, entonces le estamos quitando el monopolio de la alegría a quienes se han creído dueños de nuestras vidas; cuando la esperanza de nuestro pueblo creyente recupera la memoria, entonces nuestros mártires son sustancia eclesial; cuando la Iglesia de Cartagena es capaz de levantar memoria, como lo estamos haciendo, allí donde imperaba la muerte, entonces la muerte perderá su aguijón. Y así, con los rostros de nuestros sacerdotes martirizados y aquellos que dieron su vida a sorbos lentos, con sus nombres propios, con comunidades y vida, la memoria y nuestra tradición será un río torrentoso que fertilizará nuestra tierra y alimentará nuestra memoria, la misma memoria que ha de dar futuro a nuestro presente.” Documento del Vicario de la Arquidiócesis de Cartagena de Indias, Padre Rafael Castillo Torres, en titulado “Padre Cirujano: Memoria de un Misionero…Testimonio de un Mártir”

 

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